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  • Foto del escritorLara María Bertolini

Travestismo: objetivación, sustantivación, apropiación y reconquista identitaria

IDENTIDAD TRAVESTI: Durante mucho tiempo se utilizó el término travestismo[1] “De travesti e ismo.1. m. Práctica que consiste en el uso de las prendas de vestir del sexo contrario. 2. m. Práctica consistente en la ocultación de la verdadera apariencia de alguien o algo. U. t. en sent. fig.”. Para poder entender los orígenes de la carga negativa social de esta identidad, debemos comprender los principios del ser y deber ser social; siendo estas imposiciones donde se construían actos y esquemas de conducta, desde normas que estipulan el deber ser social.

Esto puso en jaque el entendimiento del ser, dado que, al ser inconmensurable e infinito resulta imposible encuadrarlo en un marco definitorio. Entonces para producir acciones metodológicas de control y orden social, se hizo necesario delimitarlo y determinarlo desde la objetivación, a fin de desposeerlo de su inagotable complejo abarcativo identitario.

Dada la imposibilidad de ordenarlo, -al ser- desde una noción específica, fue limitado sólo al entendimiento desde el orden social, determinando la imposibilidad de postulados desde el “yo soy “. Impactando negativamente en las identidades con trayectorias y entendimientos propios, fueron existiendo y resististiendo a lo largo de la historia por fuera de los marcos de inteligibilidad que habilitaban lo vivible, lo decible y lo representable dentro de las lógicas sociales.

Desde el momento que Emile Durkheim en su libro “Reglas del método sociológico”[2] plantea la construcción de una sociedad con un sentido positivista desde lo biológico, vemos como aquellas identidades que no se corresponden con el constructo biologicista/binario/heterosexual, con una fuerte raigambre en la estructura reproductora/productora; quedan automáticamente fuera de estas sociedades, exponiéndolas a la categorización de seres negativos sociales.

Esta negatividad, se gesta en las nociones de pánico moral y sexual, que se instauran a partir de atributos categorizantes que aplican para aquellas existencias que quedan fuera de este marco social definitorio. Las conocidas y nombradas, desviaciones, enfermedades y monstruosidades, que definen lo peligroso, es lo que hay que combatir.

En este punto observamos como la identidad travesti, -y demás identidades fuera del constructo mencionado-, queda subsumida al término de travestismo. Las reglas sociales, las normas jurídicas y los registros administrativos del Estado fueron supeditadas al binarismo sexual, aquellas identidades que no se corresponden con los pares opositivos, son desapoderadas de su identidad y pasan a constituirse como un “ismo” (sustantivando la identidad, delimitándola desde una categorización fuera de la construcción del orden del deber ser humano dentro de una sociedad u Estado).

Al sucederse la adjetivación y proceder a la invisibilidad se promueve una acción fascista social, ya que toda identidad no binaria, no biologicista ni heteropatriarcal queda fuera de todo margen y parámetro de entendimiento. Porque, los pares opositivos establecidos, aún si están fuera de los modelos de derechos que instauran las sociedades, pueden existir, siguen existiendo en tanto son la base fundamental de la sostenibilidad social. Pero, las identidades que no entran en este binomio, terminan expuestas a las prácticas de persecución y exterminio que se ejecutan tanto de manera estatal, como institucional y social, que les impide su existencia social.

¿Entonces cómo podemos comprender el hecho de la existencia de una identidad que no es reconocida como parte de la sociedad y es sostenida desde la sustantivación?

Solamente es posible reconocerla desde un margen negativo social, al no cumplir con esos parámetros, políticos, sociales y culturales su construcción se basa en el no aporte a la sociedad. Esta adjetivación sumada a la medicalización de esas identidades categorizadas como enfermedades/patologías, hicieron posible que desde la medicina transformasen a las mismas, determinada desde la necesidad de la adecuación, desde el concepto de salud social; de esta manera fueron insertas dentro binarismo imperante, “sanándolas”.

Entendemos el término de sanación, en su arraigo dentro del estatuto de lo religioso y lo moral, que determina la posibilidad de hacerse parte, cuando eso que estaba mal es eliminado por la readecuación al deber ser social y, el sanado o sanada, puede cohabitar con aquellos que nunca estuvieron enfermos socialmente. Dialogando con las prácticas de tratamiento para corregir las desviaciones, en términos de enfermedad mental; además de profundizarla con la adecuación a través de prácticas médicas para lograr la cercanía a modo de imagen, a uno de los pares opositivos, en el cual se debería encajar.

Otra forma de acción desde los Estados fue criminalizar dichas identidades y proceder a su persecución y exterminio, haciendo imposible la supervivencia dentro el marco hegemónico identitario[3]. Al proceder dentro del entendimiento de la biología como único destino que impone el fascismo social/binario/heterosexual recientemente nombrado, al existir una identidad en sus prácticas y saberes desobediendo el deber ser, se ejecuta la acción de transformación en una apátrida identitaria desde la dominación del deber ser social. La existencia persistente de dichas identidades, las mantiene fuera de los márgenes de representación como sujetas de derechos, despojadas de estos, no existiendo como categoría social.

Con el desarrollo de las teorías críticas[4] en la década del ´70 como productora de los reclamos de los grupos sociales; las prácticas hegemónicas de poder en donde el binarismo es la regla, se ponen en tensión los valores establecidos como históricos e inmutables, dando la posibilidad de emerger la realidad de las praxis sociales como respuesta y debate entre estas dos posiciones.

¿Entonces cómo puedo entender la identidad travesti como tal? ¿Cómo procedo a explicar que la misma no es una adjetivación sino una identidad suprimida producto de la hegemonía de poder imperativa?

Si bien hay referencias históricas que datan desde 1530 en donde las identidades transgéneros y travestis vivían en comunidad previas a la invasión de las colonias europeas[5], observamos como desde la construcción de los estados se excluye a estas identidades, empujándolas fuera de los marcos sociales o eliminándolas.

A lo largo de décadas se ha sustentado a la identidad travesti fuera de la construcción identitaria, con el avance los reclamos sociales en la década del ‘70 en diferentes regiones del mundo, surgió la necesidad de exigir la propia identidad fuera de imposición dictada por parte del Estado.

En principio entendemos a la identidad travesti como una identidad política, ya que corresponde a una identidad social no incluida, sin ningún tipo de reconocimiento social, rebelándose políticamente en cualquier momento de su existencia, generando disputas con los márgenes de existencia e identitarios establecidos. El umbral político de la identidad travesti se establece en antagonismo con las disputas por los derechos respecto del Estado, ya que ningún modelo social ha incluido de manera certera y completa, a esta identidad.

Surge así una desobediencia con consecuencias, la expulsión familiar, sobreviviendo desde la exomarginalidad impuesta[6], expulsión de nuestra propia subjetividad, apostando a la realización interior; cuestionando ese ser limitado y construirlo desde nuestro propio deseo subjetivo ilimitado.

Se producen así pequeños craquelados identitarios dentro de nuestra propia construcción, que se van sucediendo como un sinnúmero de sinfonías ejecutadas al mismo tiempo, pero con una melodía infinita de notas identitarias que van tocando las cuerdas más finas producto de la revolución subjetiva.

Esta implosión identitaria revolucionaria tiene sus consecuencias en el mundo real, ya que al asumirse desobediente a la normalidad, abraza el castigo impuesto con la precarización de nuestro existir y ser, entonces la identidad travesti excede inclusive a la propia identidad, ya que la apropiación o uso cultural de la identidad travesti obtiene como respuesta castigo social, legal y cultural, a esta desobediencia, en donde el nombrarse travesti adquiere sentido delictivo, delincuencial, ridículo, de peligrosidad; siendo un oprobio para la humanidad.

Esta lucha política de quienes existen como identidad travesti dentro de un gerundio identitario, procede de la emergencia de legitimación identitaria, de su existencia y resistencia, por el desapoderamiento ejercido por los grupos hegemónicos de poder binario que siguen manteniendo este fascismo social/binario/heterosexual.

Grave es la situación identitaria travesti si vemos como desde el colectivo lgbtiq+ nos han transformado al reduccionismo de “lo trans”, camino económico y displicente respecto de las identidades y su multiplicidad, recordando aquellas ejecuciones patriarcales con una apócrifa inclusión social mediando un pacto político con la hegemonía identitaria, repitiendo la acción de nombrar y no respetar como se piensan y vivencias aquellas identidades desapoderadas , constituyendo una limitante dentro de la participación ciudadana.

Cuando sólo se nombra desde lo “trans”, quedan subsumidas aquellas identidades que se narran y existen desde otros entramados. Con las revoluciones sociales de la década de los ´90 en Argentina se apoderaron del sentido estricto de la identidad travesti y lo reivindicaron en un sentido político, desde el ser sujetas, ser personas que cuestionan la cultura dominante de la genitalidad.

Se produce la apertura de un arco paradigmático que pone en tensión la realidad impuesta desde las identidades no sociabilizadas entendidas como abyectas, haciendo crujir los entramados de definición identitarias, propuesta fundacional de la identidad travesti, a la hora de enfrentar las formas de categorización sociales y Estatales.

No fue fácil irrumpir en la lógica binaria, ya que se ejecuta un efecto paradojal en la praxis, fundando una nueva corriente de pensamiento teórica que produce una irrupción paradigmática en los entendimientos de las ciencias a nivel universal.

En el tercer milenio, producto de estas revoluciones sociales identitarias, emerge el descubrimiento de nuevos principios legales a nivel nacional como internacional, si bien tenemos una apoyatura en las feminidades hegemónicas, también explora la posibilidad de la multiplicidad identitaria, siendo el motor irrefrenable de la construcción propia desde el deseo alejándose del destino impuesto por la metodología del ser y el deber ser.

Al re apropiarnos del término travesti fuera de lo negativo producido por las ciencias, surge un infinito identitario que navega entre las posibilidades de ser travesti producto de la construcción social de terceros por intermediación del Estado, lecturas históricas, conocimiento consuetudinario, en contrapunto con la identidad desde el deseo (ser) asumida en el propio momento histórico de una persona.

Entonces el ser travesti como identidad tiene una connotación de apropiación cultural, pero a la vez tiene sentido estricto del ser en la propia construcción de la subjetividad individual, siendo entonces la identidad travesti un confluir de construcción identitaria que fluye y navega nuevamente entre lo propio y el ajeno, entre lo prototípico y el deseo, entre la hegemonía de la feminidad y el vivenciarse desde identidad travesti como único e irrepetible en cada identidad.

La identidad travesti rompe y escapa a los atributos impuestos socialmente, para definirla en clave dialógica funcional a los modelos de subordinación y exclusión. Es importante pensar la Teoría Critica Travesti Argentina y Latinoamericana, como un umbral epistemológico que habilita la interpelación de las denominaciones tradicionales sobre el mismo colectivo, al poner en tensión la base fundamental de la obligación de nombrarse “trans” para acceder a algunos derechos que emanan de las Leyes. La identidad travesti en Argentina y en parte de América latina ha logrado sobrevivir hasta nuestros tiempos, mientras que en Europa y Estados Unidos se ha desvanecido en post de la medicalización y se ha integrado al binomio estructural, (Mujer como opositivo a lo varón), de las definiciones de género como Mujer trans y Hombre trans, como se ha nombrado anteriormente; si bien en algunos países como España aún algunas se nombran travestis, - las sobrevivientes más viejas-, se agudizó a partir de los 90 la desaparición de lo Travesti como identidad y se le sostuvo como atributo enteramente peyorativo y criminalizado.

Algunos vestigios de este proceso son rastreables, no sólo en las charlas con las mismas travestis y transgéneros, la posibilidad de corregir sus documentos de identidad se produce en un entendimiento legal argentino en los autos nro. 48756/2018 “Bertolini Lara María c/ en- Ministerio del Interior op y vs/información sumaria”[7] para remplazar la categoría sexual de mujer devenido de la Ley de Identidad de género de 2012, por el denominado Femineidad Travesti. La Jueza Myriam Cataldi reconoce la necesidad de ampliar el abanico de la multiplicidad de géneros, que rompa con el binarismo de las categorías Hombre-Mujer del registro. El fallo fue negado por el Registro Nacional de las Personas y el Registro Civil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ahora pasará a instancias de la Corte Suprema de Justicia, en un claro ejemplo de la negación de la identidad travesti transgénero.

De igual forma, en un aspecto más global, en producciones culturales como “La Veneno”[8] - serie española estrenada en 2019. Creada por Javier Ambrossi y Javier Calvo y que narra la vida de Cristina Ortiz "La Veneno”, en la serie las sobrevivientes más grandes se nombran en ocasiones travestis y en otras trans. Principalmente cuando vemos escenas del pasado de las protagonistas, donde el término travesti está más presente, pero en las representaciones más actuales predomina la denominación trans.

Además en diversas producciones sobre la vida de Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson[9]; donde si bien sus cercanos y ellas mismas se nombraban en la década de los 70 como travestis, inclusive su fundación Street Transvestite Action Revolutionaries – STAR, incorpora el término travesti; en ambos casos vemos el desvanecimiento de esta identidad en los relatos actuales y se les va adjudicando la determinación trans

El agenciamiento de la palabra travesti, re agrupa y constituye el umbral de vivencia de sujetas en lucha; genera una dinámica propia de relación con otras identidades, luchas sociales y categorías que cohabitan en la sociedad. Al pensarse productoras de conocimiento, teoría y productos culturales, se empieza a reconstruir una trayectoria de existencia en Argentina y América latina en ocasiones generando antagonismos con los marcos binarios establecidos, ya que, cuando una identidad travesti se piensa y se narra, instaura paradigmas que atraviesan las construcciones de pensamiento social que hasta ahora se entendían como universales.

Mientras la hegemonía impuesta de lo trans es enfrentada desde lo primigenio travesti y subyace en el excelso termino de travestidad[10], que escapa al corral binario de la identidad produciendo desde el ser (deseo) travesti la posibilidad de entender la multiplicidad identitaria en una praxis histórica, individual, social, cultural, política y universal.

Co autoría: Lara Maria Bertolini/Mateo Caro Morales

Bibliografía:

Josefina Fernández – Cuerpos desobedientes – ISBN 978-950-9009-16-5

Lara Maria Bertolini – Soberanía travesti, una identidad argentina- Editorial Acercándonos Ediciones – 2020

Manuel Gutiérrez Estévez, Pedro Pichar - Retoricas de los cuerpos amerindios - (EDS.) Iberoamericana – Vervuert – CSIC 2009

Sitios web de consulta:

CV

Lara Maria Bertolini

*Femineidad Travesti, Activista, feminista, teórica Travesti, conferencista. Sus acciones políticas se basan en la creación, defensa y ampliación de los derechos del movimiento Travesti, Transgénero y no binarie. *Docente Ad-hoc de la UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES en la carrera de Derecho, coordinado por el Dr. Javier Teodoro Álvarez, desarrollando teoría critica travesti con perspectiva histórico-legal. *Creadora del primer módulo de derecho no binarie en la Universidad de Avellaneda en la Materia Nociones de Derecho Civil. Titular de la Catedra Dr.Gustavo Caramelo, Dra. Ángela Rosalía Mora (2020) . *Miembre del CEIP Histórica, Ceaal argentina y Latinoamérica. *Diplomada en salud sexual y reproductiva con visión en DDHH en la UNSAM/IDAES 2017.

CV

Agustín Mateo Caro Morales. 30 años

Comunicador social – Periodista de nacimiento colombiano. Actualmente se encuentra en proceso de tesis de la Maestría en Comunicación y Derechos Humanos y del Doctorado con Comunicación de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. De ambas tesis es Codirectora Lara María Bertolini junto a Silvia Delfino emérita académica. Integrante de la www.travazona.org y fiel acompañante de las luchas por la Teoría Crítica Travesti argentina y Latinoamericana que encabeza Bertolini.

[1]https://dle.rae.es/travestismo [2]https://eva.fcs.edu.uy/pluginfile.php/45453/mod_resource/content/1/LAS_REGLAS_DEL_METODO_SOCIOLOGICO_-_EMILE_DURKHEIN_-_PDF.pdf [3] Josefina Fernández – Cuerpos desobedientes – ISBN 978-950-9009-16-5 [4] http://biblioteca.clacso.edu.ar/Colombia/alianza-cinde-umz/20131003012514/Art.NCebotarev.pdf [5] Manuel Gutiérrez Estévez, Pedro Pichar - Retoricas de los cuerpos amerindios - (EDS.) Iberoamericana – Vervuert – CSIC 2009 [6] Lara Maria Bertolini – Soberanía Travesti, una identidad argentina – Acercándonos Ediciones (2020) [7]https://agenciapresentes.org/2019/03/01/por-primera-vez-un-documento-de-identidad-dira-femeinidad-travesti/ [8]https://www.elespanol.com/cultura/series/20200628/veneno-javis-superan-segundo-episodio-magico-emocionante/500700700_0.html https://www.eldiario.es/sociedad/origen-orgullo-lgtbi-racializada-trabajadora_1_2041134.html[9] [10] https://www.pagina12.com.ar/239814-marlene-wayar-somos-otra-manera-de-transitar-la-humanidad

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